El problema
La magnitud de este problema puede medirse apelando a tres indicadores cuantificables: mortalidad, morbilidad, costos y a un cuarto indicador, no cuantificable, que es el sufrimiento de la víctima y de sus familiares.
- En Venezuela, en 2007, la mortalidad accidental ocupó el primer lugar en los niños entre 1 y 14 años de edad. Por otra parte, en Venezuela en 2005, en el grupo de 0 a 14 años de edad, las muertes accidentales que ocurrieron significaron en ese grupo de población, 113.342 Años de Vida Potencial Perdida. Años que se dejaron de vivir, por la ocurrencia de la muerte a tan tempranas edades.
- La morbilidad, en lo tocante a incidencia, es difícil de cuantificar porque no todos los casos reciben asistencia médica, no todos las víctimas acuden a los hospitales y no todos los casos se registran e informan a las autoridades sanitarias. Para obviar esta dificultad se acude a las proyecciones y en forma muy aproximada se calcula que por cada muerte accidental, 12 personas sufren lesiones que ameritan hospitalización y que dejarán secuelas físicas, funcionales y psíquicas.
- Las víctimas de lesiones graves requieren la atención médica más costosa (unidades de trauma-shock, unidades de cuidados intensivos, quirófanos, unidades de rehabilitación).
- El sufrimiento es absolutamente incuantificable, pero suele ser intenso y duradero por las muertes y por las secuelas discapacitantes definitivas. Afecta a las víctimas, a los familiares y allegados y aun a los causantes de los accidentes.
Soluciones
Las soluciones para este grave problema, que se ensaña con el sector más valioso de la población - niños y jóvenes - deben basarse en las estrategias de intervención de prevención primaria (evitar que ocurran los accidentes); prevención secundaria (evitar que ocurran lesiones en los accidentes no evitados o que las lesiones sean de la menor gravedad), prevención terciaria (que en las lesiones no evitadas, ocurran menos complicaciones y secuelas).
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